Había caido. Se fue adormeciendo mientras el sol la acariciaba tibiamente. Permaneció así largo tiempo. Un tiempo que no podía medir, o acaso sí, pero con un reloj de horas diferentes. Se empequeñeció. Sintió frío y la necesidad de protección. Nunca pensó que terminaría así.
Un día, un hálito de vida la estremeció. Se desprendió de la piel como desnudando sus sueños y buscando la luz, tímidamente, dejó asomar el primer brote.
2 comentarios:
que belleza!
Gracias,me hace feliz que te haya gustado
Enry
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