Premios SADE.

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martes, 21 de enero de 2020

JUEGOS INTERRUMPIDOS





Tenía cinco años, esperaba con papá el tranvía. Y, cuando aparecía, extendía el bracito diciendo ¡Pare! Íbamos desde la Agronomía hasta Belgrano, a la casa de la nona.
Me sentaba en los asientos duros, de madera, con las piernitas colgando mientras observaba con curiosidad el uniforme del guarda y los carteles de las publicidades. Las imágenes se me agolpaban, las de afuera y las de adentro. El traqueteo me divertía y, si ocupábamos el asiento trasero, me gustaba mirar los rieles que se perdían lejos. Sentía el viaje como un premio, como un juego maravilloso.
Llegábamos al caserón, papá me alzaba para que alcanzara el llamador, manito de bronce y golpeaba. Desde el fondo de la galería asomaba la abuela. Ojos azules, pollera larga y cabellos blancos como la nieve de las colinas de su pueblo natal. Entrábamos, la abrazaba, le daba un beso y me distanciaba corriendo hasta el fondo donde estaba la cocina en la que la nona había estado amasando las pastas tradicionales y fritando las masitas que luego bañaría con miel. El olorcito de la salsa me embriagaba. Esa vez nos acompañaba mi prima Stella, de mi misma edad. Luego de los saludos a la tía Margarita, corrimos al jardín. Jugamos como siempre con las piedritas que dividían los canteros, haciendo caminitos hasta la casita del duende, hasta el castillo, hasta el lago, inventando historias Pero comenzó a llover. Nos llamaron a almorzar y luego la tía nos trajo unos dados para jugar en la mesa. Estábamos muy entretenidas tirando y contando los puntitos blancos cuando escuchamos” ¡vengan, vengan a ver, salió el arco iris”. Salinos a la galería. Asombradas, hacíamos muchas preguntas. Y llegó la hora de regresar. Stella esperaba que la vinieran a buscar. Los juegos habían quedado interrumpidos.
 Y, nuevamente, el disfrute del tranvía. Sonreía cuando asomaba con su amarillo imponente. Subía y me ubicaba cuidando el vestidito que acomodaba con precoz coquetería. Ponía en alerta todos los sentidos. El campanilleo y el chirrido de los frenos eran una música.  Sentía en la cara, la caricia de la brisa perfumada de jazmines y madreselvas,  que entraba por las ventanillas. Nuevamente el cielo se oscureció y una lluvia fuerte cayó por unos minutos. El viento barrió las nubes, salió el sol y descubrió colores en el cielo. Alguien dijo: “después de la tormenta siempre hay un arco iris”.
 Lo observé y ví que nacía, se elevaba y caía. Papá me dijo que veíamos solo la mitad. Lo imaginé buscando, cavando, para mostrar  la otra parte. Cerré los ojos y sentí que por un rayo de sol, viajaba hacia los colores.


1 comentario:

Liliana Clarisa Gavrieluk dijo...

Hermosa y dulce narración !.Cuántos recuerdos vienen a la mente después de leerlo !.
Como siempre felicitaciones y un gran abrazo !.

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MUJERES y PROTAGONISTAS HOY by Norma Jacomet is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
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